1, 2, 3 y 4
Cuatro personas con las cabezas apoyadas en sus manos. Sus brazos se encuentran tirados sobre una mesa. Están sentados, cada uno a un lado del mueble. Intercambian miradas. No hay otra salida que sus ojos. Una de ellas la número 1 los desvía hacia arriba casi levantando la cabeza pero recibe un manotazo de su compañero de al lado, numero 2, que lo obliga a mirarla - ¿Qué mirás?- le pregunta con cierta rudeza.
Sus posiciones vuelven a ser las mismas que segundos atrás. Sus ojos se recorren. A veces chocan, otras no coinciden. Los ojos de Número 3 chocan con los de número 1 pero este no responde. Cuando finalmente lo hace ya esta enojado y le reprocha -Ya es tarde-, la posición de su cabeza baja y sus gestos ahora son de melancolía al borde del llanto. Número 1 desconcertado y sin entender la situación previa sigue recorriendo miradas.
Número 4 ahora no parece estar mirando a nadie, esta muy concentrado en pensamientos privados. Su mirada se dirige a un punto fijo de la mesa, su mano se cruza y se queda observándola detenidamente, detalle por detalle. Número 1 le pregunta tímidamente -¿Terminaste?- , Número 4 levanta la cabeza y mirando su reflejo en el rostro de su compañero contesta un frío NO.
Número 1 vuelve su mirada a Número 2 cuyas lagrimas ya secaron completamente. Este último se sorprende y asusta, mira primero hacia otro lado pero sabiendo que no hay salida decide mirarlo. Número 1 tiende una flor a número 3, esta la toma con una sonrisa insegura. Se levantan y miran sus cuerpos enteros. Caminan lejos de la mesa, a los cuantos pasos sus miradas vuelven atrás, los otros dos sujetos se encuentran dormidos sobre la mesa. Vuelven a encontrar miradas entre ellos dos, sus miradas ahora son cómplices. Siguen caminando pero poco a poco comienzan a separarse a desencontrarse, se miran entre si pero no se encuentran. Sus rostros son blancos y no de color como solían ser. Finalmente toman rumbos diferentes. La flor cae en el suelo marchita.
Sus posiciones vuelven a ser las mismas que segundos atrás. Sus ojos se recorren. A veces chocan, otras no coinciden. Los ojos de Número 3 chocan con los de número 1 pero este no responde. Cuando finalmente lo hace ya esta enojado y le reprocha -Ya es tarde-, la posición de su cabeza baja y sus gestos ahora son de melancolía al borde del llanto. Número 1 desconcertado y sin entender la situación previa sigue recorriendo miradas.
Número 4 ahora no parece estar mirando a nadie, esta muy concentrado en pensamientos privados. Su mirada se dirige a un punto fijo de la mesa, su mano se cruza y se queda observándola detenidamente, detalle por detalle. Número 1 le pregunta tímidamente -¿Terminaste?- , Número 4 levanta la cabeza y mirando su reflejo en el rostro de su compañero contesta un frío NO.
Número 1 vuelve su mirada a Número 2 cuyas lagrimas ya secaron completamente. Este último se sorprende y asusta, mira primero hacia otro lado pero sabiendo que no hay salida decide mirarlo. Número 1 tiende una flor a número 3, esta la toma con una sonrisa insegura. Se levantan y miran sus cuerpos enteros. Caminan lejos de la mesa, a los cuantos pasos sus miradas vuelven atrás, los otros dos sujetos se encuentran dormidos sobre la mesa. Vuelven a encontrar miradas entre ellos dos, sus miradas ahora son cómplices. Siguen caminando pero poco a poco comienzan a separarse a desencontrarse, se miran entre si pero no se encuentran. Sus rostros son blancos y no de color como solían ser. Finalmente toman rumbos diferentes. La flor cae en el suelo marchita.
1 Comments:
La no individualización de los sujetos de la narración siempre me pareció una técnica admirable. Tiene algo de ese Sr. K que construyó Kafka.
También me vino disparado a la mente la idea de "A puertas cerradas", aquella obra de teatro de Sartre en la que delinea su concepto clave, que a mí entender tiene resonancias en esta narración: "El infierno son los otros".
Si el infierno son los otros, ¿El paraíso somos nosotros?
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